Por
Salvador Belizón Campaña
Desde
el 2008 estamos sufriendo, padeciendo una crisis financiera que poco tiene que
envidiar al Crack del 29. Según qué zonas, se está viviendo una dificultad
económica acusada, de pobreza grave, o incluso fallecimiento de personas por
inanición. En las zonas subdesarrolladas o en vías de desarrollo, allá al otro
lado de la brecha digital, se está registrando de forma alarmante la situación
actual. Pero no hay que alejarnos tanto: en Grecia, un número elevado de niños
se desmayan por falta de alimentos y otros tantos acuden al suicidio como
método de fuga ante esta preocupante realidad.
Las
empresas no viven de forma aislada a la realidad, sino que conviven. Se
mentiría si se dijera que a todas les afecta por igual: Coca-Cola, empresa que
obtiene beneficios a nivel mundial, apenas le habrá hecho cosquillas esta
crisis. No podemos decir lo mismo de otras como Prisa o Bocento. No podemos
decir lo mismo de las empresas informativas.
Se
trata de una cadena lógica: si la gente tiene menos dinero para gastar, pero
las necesidades básicas siguen siendo las mismas, incluso más cuantiosas, hay
que retirar gastos que no son directamente necesarios. Así, cientos de lectores
habituales de los diversos medios escritos como El País o ABC, han dejado de
consumir prensa escrita: al fin de cuentas, son más de 30 euros que se ahorran
al mes. La diferencia entre pagar la luz o no para alguien que esté en el paro.
El sistema de financiación más directo y eficaz de la prensa escrita es la
publicidad, la cual sigue apareciendo pero cada vez se anima menos por dos
motivos consecuentes. El primero de ellos sigue la línea de los consumidores:
si el público de estas compañías no invierten dinero en sus productos puesto
que no tienen, estas empresas ven innecesario promocionarse. Al fin de cuentas
están desechando más dinero en anunciarse en los medios que el obtenido por tal
operación. En segundo lugar, aquellas compañías que decidan seguir
publicitándose, optarán por otras vías más transitadas como internet o la
televisión. Quizá resulte más caro anunciarse a través de estas vías, en
especial la televisión, pero sin duda alguna resulta del todo más eficaz.
Sin
la financiación de los lectores, sin publicitarios a los que acudir, con el
número de subscripciones in decrescendo, pocas alternativas le restan a los
medios escritos. Pocas, que no ninguna. De esta forma, han optado por la vía
del medio: renovar en plantilla y reestructurar sus esquemas internos. Lo que
en castellano moderno podría traducirse como hacer recortes dentro del
esqueleto de la empresa. De esta forma, el número de trabajadores ha
descendido, ha aumentado el número de becarios y la sobreexplotación de los
pocos trabajadores que quedan es una realidad. Todo ello supone, como cabe
esperar, la mengua en la calidad de los productos informativos realizados. Que
por otra parte hace que haya menos lectores aún: nadie se gasta dinero en un
producto deleznable. Así, la pescadilla se muerde la cola en un movimiento
cíclico cada vez más cerrado, que quizás algún día acabe por cerrarse.
Todo
esto, sumado a la desaparición de diversos medios como La Voz de Jerez, La voz
de Asturias o CNN+ España, denota la grave crisis que está padeciendo las
empresas informativas. La cual, y según vaticinan economistas y la propia
lógica, se extenderá hasta el 2013 como poco. Esperemos que los medios
informativos sepan soportar el tirón hasta entonces. Sin lugar a dudas, es un
momento muy oscuro para el “cuarto poder”.




