El último, a cargar
Por Salvador Belizón Campaña
Cualquier tipo de empresa, entre las cuales podemos
situar a la informativa, necesita de un organigrama o composición estructural
para que dicha organización exista y tenga sentido. De lo contrario, ésta
sucumbiría al caos y acabaría por derrumbarse. Ante todo, debe haber un
director general que se encargue de la planificación y organización en general
del medio, a nivel tanto de contenidos como comercial. Más centrado, quizás, en
el futuro de la empresa, o lo que es lo mismo, en el segundo de los dos campos
antes expuestos. Dentro de la organización de la empresa informativa
encontramos ya a los gerentes de publicidad o administración, y por el lado de
la composición del medio como producto informativo nos encontramos con el
director y los distintos redactores jefes o jefes de sección.
Como se decía previamente, todos y cada uno de los
componentes de la empresa son igualmente esenciales para la consecución del
mismo objetivo: que la empresa vaya a flote y obtenga el mayor número posible
de beneficios. Entonces, ¿por qué se trata de una manera tan peyorativa el
trabajo de los redactores a pie de calle, los afamados “plumillas? No hemos de
olvidar que las informaciones de las que el medio se compone, en su mayoría,
están realizadas a puño y letra por estas personas. Profesionales del sector
que en numerosas ocasiones no se les ha reconocido su labor periodística, sino
que se le ha explotado hasta límites insospechables.
Obviamente, un redactor que ha entrado recientemente
o que simplemente no ha demostrado mejores dotes de escritura o liderazgo que
sus superiores, no puede pasar a formar parte de la plantilla superior. De
ejecutar esta maniobra, se pone en riesgo el futuro de la empresa. Se trata de
un acto comprensible e incluso recomendable. Pero no nos engañemos: en
numerosas ocasiones, estas personas inexpertas adquieren experiencia y hacen
escritos de una calidad ampliamente preferente en comparación con sus superiores.
Sin embargo, no se renuevan esos cargos. Puede que por ahorrarse molestias la
dirección, bien por algún tipo de amistad latente con dicho superior, pero el
redactor en la empresa informativa tiene muy pero que muy difícil su escala a
un rango superior, por más que se esfuerce en ser un buen periodista.
Los organigramas en las empresas informativas
deberían reestructurarse de alguna forma para que cualquier tipo de persona que
demuestre una calidad elevada para según qué cargo pueda acceder a él sin
problemas. De mantenerse la composición tal y como sigue actualmente (que es
tal y como se viene haciendo desde hace muchísimos años), la empresa
informativa acabará quedándose anticuada, y los empleados terminarán cansándose
de semejante injusticia una vez llegado el momento.
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