domingo, 27 de mayo de 2012



El último, a cargar

 Por Salvador Belizón Campaña

 Cualquier tipo de empresa, entre las cuales podemos situar a la informativa, necesita de un organigrama o composición estructural para que dicha organización exista y tenga sentido. De lo contrario, ésta sucumbiría al caos y acabaría por derrumbarse. Ante todo, debe haber un director general que se encargue de la planificación y organización en general del medio, a nivel tanto de contenidos como comercial. Más centrado, quizás, en el futuro de la empresa, o lo que es lo mismo, en el segundo de los dos campos antes expuestos. Dentro de la organización de la empresa informativa encontramos ya a los gerentes de publicidad o administración, y por el lado de la composición del medio como producto informativo nos encontramos con el director y los distintos redactores jefes o jefes de sección.
 
Como se decía previamente, todos y cada uno de los componentes de la empresa son igualmente esenciales para la consecución del mismo objetivo: que la empresa vaya a flote y obtenga el mayor número posible de beneficios. Entonces, ¿por qué se trata de una manera tan peyorativa el trabajo de los redactores a pie de calle, los afamados “plumillas? No hemos de olvidar que las informaciones de las que el medio se compone, en su mayoría, están realizadas a puño y letra por estas personas. Profesionales del sector que en numerosas ocasiones no se les ha reconocido su labor periodística, sino que se le ha explotado hasta límites insospechables. 
Obviamente, un redactor que ha entrado recientemente o que simplemente no ha demostrado mejores dotes de escritura o liderazgo que sus superiores, no puede pasar a formar parte de la plantilla superior. De ejecutar esta maniobra, se pone en riesgo el futuro de la empresa. Se trata de un acto comprensible e incluso recomendable. Pero no nos engañemos: en numerosas ocasiones, estas personas inexpertas adquieren experiencia y hacen escritos de una calidad ampliamente preferente en comparación con sus superiores. Sin embargo, no se renuevan esos cargos. Puede que por ahorrarse molestias la dirección, bien por algún tipo de amistad latente con dicho superior, pero el redactor en la empresa informativa tiene muy pero que muy difícil su escala a un rango superior, por más que se esfuerce en ser un buen periodista.
Los organigramas en las empresas informativas deberían reestructurarse de alguna forma para que cualquier tipo de persona que demuestre una calidad elevada para según qué cargo pueda acceder a él sin problemas. De mantenerse la composición tal y como sigue actualmente (que es tal y como se viene haciendo desde hace muchísimos años), la empresa informativa acabará quedándose anticuada, y los empleados terminarán cansándose de semejante injusticia una vez llegado el momento.

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