En los medios de
comunicación se habla poco de los
medios, valga la redundancia. Esa es una reflexión casi indiscutible si nos
fijamos en las páginas de los diarios, o si nos acercamos por ejemplo a un
telediario de cualquier cadena de televisión, o informativo de radio. Además,
si se habla de otro medio, muchas veces es para alegrarse de sus desgracias.
Las empresas mediáticas están atravesando
por duros momentos, como hemos visto ya
en numerosas entradas en esta y otras bitácoras, pero el periodismo sigue
desunido totalmente, sin visos de que la
situación vaya a cambiar, al menos a mejor próximamente. En los medios de
comunicación aparecen reflejadas las reivindicaciones de muchísimos colectivos
de trabajadores: taxistas, camioneros, profesores, sanitarios, y así un largo
etcétera fomentado por la coyuntura económica y social que estamos viviendo.
¿Quién se hace eco en cambio de las reivindicaciones de los periodistas? La
respuesta debería ser que los propios periodistas, pero desgraciadamente no es
así. Salvo que suceda algún hecho de suma relevancia, como el cierre de un medio,
un importante ERE en grandes empresas, o alguna reforma o fusión en algún
medio, no se recogen casi nunca las
duras cifras de desempleo de la profesión, las condiciones precarias en las que
trabajan muchos profesionales, las denuncias por trato vejatorio por parte de
muchas personas que tienen que sufrir realizando su trabajo los periodistas de
a pie. El único motivo para la esperanza lo encontramos en diarios nuevos de
internet y confidenciales que comienzan a hacerse eco de este tipo de
informaciones, recogidas en una sección que cada vez prolifera con mayor fuerza
y que se da en llamar Comunicación.
EN el ámbito de la ficción, nos encontramos
con películas de obligado visionado por parte de quien quiera dedicarse de
verdad al periodismo. Este es el caso de Primera plana, estrenada en España en
1975. Se recogen los quehaceres periodísticos de la época adecuadamente.
Series como por ejemplo periodistas, muestran una imagen del periodismo muy
estereotipadas, pero no deja de ser una oportunidad para que la gente se fije y
se acuerde de que detrás de cada telediario, detrás de cada programa o detrás
de cada revista que adquieren en un kiosco, hay muchísima gente trabajando y
velando para que salga un producto lo mejor posible. Lo que está claro es que
quien no llora no mama, y que no podemos pedir el cariño o la comprensión y
valoración de la gente si en muchos casos nos odiamos entre nosotros mismos.
David Martínez Menayo
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